Nos pasamos millones de horas haciendo de nuestras vidas unos infiernos sin sentido, sin amor, sin cariño, sin respuestas. Cada instante es igual al anterior, lleno de amargura, lleno de tragos sin sabor alguno, miramos para que las demás personas crean que algo pasa por nuestras mentes, pero es todo tan oscuro, tan vacío y sin sentimientos que la verdad es que no sabemos que es lo que queremos de nuestro pasar por este planeta.
Al formar parte de un grupo de personas tan numerosas, existen millones de posibilidades de poder hacer las cosas bien, pero lo que siempre hacemos al final es caer en el mismo error una y otra vez, es un error pero con diferente nombre, con diferentes ojos, pero la misma mirada, esa mirada que siempre siempre te quita la razón, esos ojos oscuros que aunque los veas mil veces, siempre pierdes la noción del tiempo. Esa voz que al resonar en tu sistema auditivo, te hace temblar de nerviosismo, de no saber como reaccionar ni actuar.
Siempre nos dicen que llegará el momento de ser feliz, de sentirse amado, de amar a alguien y construir un millón de cosas mas, pero, ¿qué es lo que hago antes de eso?, ¿y si ya no existe nadie?, ¿y si mi turno jamás llegará?, ¿qué hago con mi vida?, ¿qué hago con todo este amor que pensé nunca llegaría?.
Los instantes mas hermosos son cuando estas con quien amas y miras directo a sus ojos para comprender aquel universo inexplicable. Pero luego te ves a ti, vacío, gris, sin color, solo y piensas en las cosas que hiciste mal, en lo arrepentido que estás de todo, en querer volver el tiempo atrás, pero la verdad de todo esto es que no existe eso. No puedes reparar las cosas, no puedes revivir algo que murió y desapareció. Los seres humanos cambian, sus decisiones, sus formas de ver el mundo, su forma de tratar con los demás.
De lo que me he dado cuenta es que el mundo es un maravilloso lugar, un increíble lugar que solo puedo apreciarlo como un maldito espectador, sin tener la capacidad de controlar ni mis propios actos.
Ni mis propias palabras.
Ni mi propio sentir.
Ni mi amor.
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